El sureste de EE. UU. y el Caribe podrían enfrentarse a una temporada de huracanes inusualmente intensa este verano, advierte Anja Rädler, experta en tormentas y clima de la compañía de reaseguros de Múnich. "En el Atlántico Norte esperamos una actividad de tormentas considerablemente superior al promedio", explica Rädler, basándose en el análisis de las temperaturas del agua actualmente muy altas en el Atlántico oriental y una inminente fase de La Niña en el Pacífico occidental, que favorece la formación de ciclones tropicales.

Las previsiones son particularmente alarmantes: Se espera hasta 27 tormentas nombradas, de las cuales hasta 14 podrían convertirse en huracanes plenos. Estos podrían alcanzar velocidades de viento de fuerza doce o más. Para comparar: El promedio a largo plazo es de aproximadamente 15 tormentas.

El riesgo elevado no solo concierne a huracanes, sino también a tornados y granizo, especialmente en Norteamérica. Un ejemplo significativo de los costos potenciales de tales tormentas es el huracán "Ian", que en 2022 ocasionó daños por alrededor de 100 mil millones de dólares, de los cuales 60 mil millones estaban asegurados.

La Munich Re, que documenta desastres naturales a través de su departamento geocientífico, señala que las tormentas en América del Norte a menudo causan daños asegurados más altos que en muchos países asiáticos, lo cual se debe a una mayor densidad de seguros en los países industrializados occidentales.

Rädler añade que los ciclones tropicales requieren para su formación una temperatura del agua de mar de al menos 26 a 27 grados Celsius, una condición que se ha cumplido regularmente en el Atlántico Norte durante el último año y medio. Señala que "las temperaturas del agua están en niveles récord y los modelos meteorológicos están casi de acuerdo en que entraremos en una fase de La Niña este verano, que podría comenzar en julio."

Estas predicciones son información importante para el sector asegurador y las regiones afectadas, ya que no solo influyen en la planificación y prevención, sino que también ayudan a estimar las consecuencias financieras de tales eventos. Mientras que una alta actividad de tormentas representa un riesgo claro, Rädler enfatiza que no todas las tormentas necesariamente causan daños catastróficos, especialmente si no tocan tierra. En este sentido, el Pacífico podría ser más tranquilo este verano, con menos tifones de lo habitual.