General Motors insta abiertamente a sus empleados a oponerse a la prohibición planeada por California de nuevos vehículos de combustión a partir de 2035, un cambio de rumbo con peso político. En correos electrónicos internos, el fabricante de automóviles pide contactar a los senadores por teléfono y presentar argumentos concretos contra los estrictos estándares de emisiones.

Núcleo de la iniciativa: la revocación de un permiso especial que permite a California establecer sus propias normas de emisión más estrictas. Once estados ya han adoptado la normativa. El Senado de EE. UU. podría votar sobre una ley correspondiente para revocar la excepción de California la próxima semana.

GM, un antiguo defensor de estándares nacionales unificados, justifica el paso por la desaceleración de la demanda de vehículos eléctricos. Aunque la empresa sigue invirtiendo masivamente en la electrificación de la flota, la realidad del mercado es desalentadora. En abril, las ventas de vehículos eléctricos en EE. UU. disminuyeron un cinco por ciento, según Motor Intelligence, mientras que el mercado total creció un diez por ciento.

Incluso en California, el estado pionero en movilidad eléctrica, la proporción de vehículos sin emisiones es actualmente solo del 20 por ciento, muy por debajo del objetivo del 35 por ciento para 2026. Mientras tanto, GM ya ha abandonado sus propias metas, como vender unos 400,000 vehículos eléctricos para mediados de 2024.

La industria automotriz protesta enérgicamente. Además de GM, también la asociación del sector Alliance for Automotive Innovation y fabricantes como Ford, Stellantis y Toyota se pronuncian contra las regulaciones. Se advierte sobre la pérdida de empleos y una caída en la producción nacional de vehículos.

La parte contraria argumenta con el papel especial geográfico y climático de California. La agencia ambiental del estado se refiere a mecanismos flexibles para lograr los objetivos, tales como la venta de promedios a lo largo de varios años y la posibilidad de acreditar ahorros anteriores de CO₂.

Auch politisch ist die Stimmung gekippt. Eine identische Vorlage im Repräsentantenhaus fand Anfang Mai Unterstützung von 35 Demokraten – darunter zwei aus Kalifornien. Die Demokratin Laura Gillen sprach von einem „nicht realitätsnahen Zeitplan“, der die Energienetze überfordere und Haushalte über Gebühr belaste.

Die Grundsatzfrage bleibt: Was passiert, wenn die Politik ambitionierter ist als der Markt? GM-Chefin Mary Barra hatte den Kurs ursprünglich mitgetragen. Jetzt kämpfen ihre Mitarbeiter um eine Kurskorrektur - mit dem Telefon in der Hand.