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PepsiCo en desventaja aduanera: la estrategia en Irlanda se vuelve en su contra en el conflicto comercial de EE.UU.
PepsiCo se ve obstaculizada por los nuevos aranceles estadounidenses sobre las importaciones de Irlanda, mientras que Coca-Cola permanece en gran medida protegida.
PepsiCo está bajo presión: el nuevo arancel de importación del 10 % sobre los productos irlandeses afecta al negocio de concentrados de la empresa. Casi todo el concentrado de cola y Mountain Dew para el mercado estadounidense se produce en Irlanda. Así, la estrategia fiscal de décadas del grupo, que comenzó en 1974 con la producción en Cork, se convierte en una carga.
Im Gegensatz dazu produziert Hauptkonkurrent Coca-Cola den Großteil seines Konzentrats für US-Getränke in Atlanta und Puerto Rico – und umgeht damit die Zollproblematik. Zwar unterhält auch Coca-Cola Standorte in Irland, aber diese beliefern vor allem Auslandsmärkte. Analyst Carlos Laboy von HSBC bringt es auf den Punkt: „Irland hatte den Steuervorteil – bis die Zölle kamen.“
PepsiCo guarda silencio hasta ahora sobre posibles medidas de respuesta o ajustes de precios, a pesar de que la presión para actuar está aumentando. La empresa había invertido recientemente 166 millones de euros en sus instalaciones en Irlanda y está profundamente arraigada en la región con dos plantas y un centro global de I+D. Además de en Irlanda, Pepsi también produce concentrado en Texas, Uruguay y Singapur, aunque en una escala significativamente menor.
El nuevo escenario llega en un momento inoportuno. Pepsi-Cola fue desplazada del segundo lugar en el ranking de refrescos en EE. UU. el año pasado, precisamente por Dr Pepper. Después de años centrados en snacks y bebidas energéticas, Pepsi intenta actualmente revitalizar su marca de cola. Los aranceles amenazan con contrarrestar esta estrategia.
No solo Pepsi en sí misma sufre por los nuevos aranceles de importación. También los embotelladores independientes, a menudo empresas familiares medianas, están cada vez más bajo presión. Obtienen concentrado en cantidades menores de contenedores de 55 galones o en entregas en camiones cisterna, y ahora esperan un aumento en los costos de compra.
Paralelamente, otros aranceles también afectan al negocio de bebidas: desde marzo, el gobierno de EE.UU. impone un 25% a las importaciones de aluminio, un factor de aumento de costos para los fabricantes de latas. El CEO de Coca-Cola, James Quincey, ya anunció que, si es necesario, recurrirán más al uso de envases plásticos o al aluminio de fuentes estadounidenses.
La situación recuerda a efectos comparables en otras industrias de bienes de consumo. Así, un arancel del 10% afecta más a las importaciones de jeans de Levi Strauss que a su competidor Wrangler, cuyas plantas de producción en México se benefician de las regulaciones del acuerdo USMCA. Algo similar ocurre en el mercado de la pasta de dientes: mientras Crest se produce en Estados Unidos, Colgate importa parcialmente desde México.
El patrón es claro: aquellos que han confiado en los beneficios fiscales globales en las últimas décadas ahora se enfrentan a retrocesos proteccionistas, una realidad que requiere un reajuste estratégico.