Los nuevos aranceles estadounidenses afectan a Boeing en dos puntos neurálgicos a la vez: en las importaciones de producción y en la exportación de aviones terminados. La decisión del presidente Donald Trump de imponer tasas comerciales globales sobre importaciones de casi todos los países podría conducir a costos adicionales significativos para el mayor exportador individual de EE. UU. Expertos como Steffen Wenzel de H+Z Consulting estiman cargas de hasta ocho mil millones de euros, solo a través de posibles represalias arancelarias de Europa.
La construcción de un solo avión del tipo Boeing 737 incluye componentes de alrededor de 700 proveedores en todo el mundo. Muchas de estas piezas no se pueden sustituir a corto plazo. "Incluso con altos aranceles, Boeing tendrá que seguir importando", dice Brian Kelly de la Universidad de Seattle. La búsqueda de nuevos proveedores certificados es un proceso de varios años. Los ya existentes aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio, materiales clave para el fuselaje y el tren de aterrizaje, ya habían tenido impactos significativos.
Al mismo tiempo, Boeing exporta alrededor del 80 por ciento de sus aviones comerciales al extranjero. La UE, con aproximadamente 37 mil millones de dólares, es un mercado central. Si Bruselas u otros socios comerciales respondieran con aranceles de represalia igualmente altos, esto podría afectar significativamente la estructura de costos de Boeing. Según el CEO de Aercap, Aengus Kelly, un jet de largo alcance 787 se encarecería hasta 40 millones de dólares debido a los aranceles, con precios de lista desde 248 millones.
En un entorno ya difícil, los desafíos operativos se agravan. El fabricante de aviones sigue luchando por la confianza después de un grave incidente con el 737 Max 9 a principios de 2024. Una prohibición de vuelo temporal y los continuos retrasos en la producción, recientemente con el modelo de largo alcance 777X, ejercen presión adicional sobre la empresa. Una huelga en otoño bloqueó la producción durante semanas.
A diferencia de Boeing, Airbus probablemente reaccionará de manera más sólida a los aranceles. Gracias a su producción globalmente distribuida, el competidor europeo puede reaccionar estratégicamente. El ensamblaje final de aviones de corto y medio alcance para el mercado estadounidense ya se realiza en la planta de Mobile, Alabama, y por lo tanto está libre de aranceles. Para aviones de largo alcance, Airbus planea adelantar entregas a clientes no estadounidenses para evitar posibles barreras comerciales.
Sin embargo, economistas como Antonio Fatas de Insead consideran improbable que Boeing se convierta en el objetivo principal de los aranceles de represalia. "Los contratos de aviación tienen largos plazos de entrega. Los socios comerciales prefieren apuntar a alimentos o tecnología de consumo para lograr un efecto rápido", dice Fatas. Para Boeing, permanece la desventaja estructural: una fabricación altamente concentrada y dependiente de las importaciones en un comercio mundial cada vez más fragmentado.