El sector de vehículos eléctricos de EE.UU. enfrenta una crisis existencial.

Ya antes de las elecciones, numerosas startups luchaban con la disminución de la demanda, el aumento de los costos de producción y problemas masivos en la cadena de suministro. Empresas como el fabricante de SUV eléctricos Fisker y el productor de autobuses Arrival se declararon en bancarrota a principios de año. Recientemente, también fracasó el fabricante sueco de baterías Northvolt, después de que BMW cancelara un gran pedido. La empresa había recibido anteriormente alrededor de 15 mil millones de dólares en inversiones.

Incluso actores más grandes como Rivian Automotive y Lucid Group sienten la presión. Aunque Rivian recibió recientemente un compromiso de financiación estatal condicional de 6,6 mil millones de dólares, los inversionistas son escépticos ante los crecientes costos y las condiciones políticas inciertas.

La inminente eliminación de incentivos fiscales como el crédito de $7,500 para vehículos eléctricos por parte de la administración Trump podría reducir aún más la demanda. También los fondos de la administración Biden para proyectos de electromovilidad están bajo presión. Aranceles adicionales sobre autopartes y vehículos de países como México, Canadá y China podrían aumentar aún más los costos de producción.

„Es una catástrofe“, resume Ted Brandt, CEO del banco de inversión Marathon Capital, especializado en energía verde, la situación. „La caída de la demanda del consumidor afecta a toda la cadena de suministro, desde baterías hasta materias primas como el litio.“

Las dificultades en las startups también arrastran a fabricantes de automóviles establecidos como Ford y General Motors. Ambas compañías han invertido miles de millones en la expansión de sus carteras de vehículos eléctricos, pero se retiran de proyectos planificados debido a cifras de ventas decepcionantes.

Los analistas advierten que una retirada de EE. UU. del sector de la electromovilidad podría ampliar aún más la ventaja de China en este sector. Empresas como el fabricante de baterías CATL y el pionero del automóvil eléctrico BYD ya dominan el mercado.

El fracaso de Northvolt es un ejemplo destacado de los desafíos de la industria. La empresa, que quería producir baterías con una menor huella de CO₂, fue celebrada como portadora de esperanza. Tras la cancelación de un gran pedido de BMW y un mercado debilitado, a Northvolt no le quedó otra opción que solicitar protección por bancarrota.