El Banco Central Europeo enfrenta disturbios internos después de que el ex presidente del WEF, Klaus Schwab, afirmara públicamente que Christine Lagarde planea un cambio anticipado a la cima del Foro Económico Mundial. Según Schwab, la toma de poder de Lagarde en Davos está prevista para "a más tardar a principios de 2027", a pesar de su mandato en curso en el BCE hasta finales de octubre del mismo año.
Der EZB reagió rápidamente y destacó la "determinación inquebrantable" de Lagarde para cumplir su mandato. La negación apareció el mismo día en la intranet del banco central, pero el daño estaba hecho. Desde entonces, han circulado internamente rumores sobre las supuestas ambiciones de Lagarde y los posibles motivos de Schwab, quien tras críticas masivas recientemente tuvo que dejar su puesto.
Particularmente irritante: Schwab afirma haber hablado con Lagarde ya en abril en Fráncfort y menciona incluso una villa reservada en Davos. Observadores interpretan esto como un intento desesperado de rehabilitarse tras la pérdida de poder en Davos, o como un ataque dirigido contra Lagarde, que estuvo en el consejo de administración del WEF y supuestamente ejerció presión interna para su dimisión.
En la plantilla del BCE dejan huella los titulares. Incluso antes de las declaraciones de Schwab, la insatisfacción con Lagarde era medible. En una encuesta interna del sindicato, ella obtuvo peores resultados que su predecesor Mario Draghi. Se critica la falta de cercanía con los empleados y la sensación de que persigue principalmente intereses personales.
Algunos banqueros centrales consideran que el momento actual ofrece una ventana de oportunidad para una salida. La inflación en la zona del euro está casi en el nivel objetivo, y el rumbo de la política monetaria se está consolidando. Incluso las voces críticas reconocen que Lagarde ha logrado unir al dividido Consejo del BCE y ha implementado cambios en los tipos de interés en 2022 y 2023. "Desde el punto de vista de la política monetaria, ahora sería el momento ideal para irse", apunta un conocedor.
Pero mientras algunos ven en Davos un ascenso, otros lo ven como un descenso. Un cambio de Fráncfort a los Grisones estaría geográficamente cerca de la ciudad natal de Lagarde, Marsella, pero políticamente sería una degradación. Un alto cargo en la Comisión Europea o incluso en el Palacio del Elíseo sería probablemente más prestigioso, aunque parece que ambos son menos realistas ahora.
Die Frage bleibt, wie Lagarde auf die Spekulationen reagiert. Am kommenden Donnerstag, nach der EZB-Pressekonferenz, hat sie die Gelegenheit dazu. Beobachter erwarten klare Worte – oder ein bewusstes Schweigen.