Con un aumento del beneficio operativo del 18 por ciento, alcanzando un récord de ¥1,14 billones (7,8 mil millones de dólares) para el año fiscal hasta marzo, Sony subraya cuán fuerte es ya la integración estratégica del anime en su negocio de entretenimiento. En particular, el segmento de videojuegos, con un aumento de resultados del 43 por ciento, se benefició de la creciente conexión entre el streaming, los videojuegos y el merchandising en torno a los contenidos de anime.

Crunchyroll desempeña un papel central, la plataforma de streaming adquirida en 2021 por alrededor de 1,2 mil millones de dólares, que ahora cuenta con más de 17 millones de suscriptores pagos, un triplicado desde la compra. Crunchyroll se distingue de Netflix y otros por su claro enfoque: además de streaming, se organizan convenciones de anime, se licencian bandas sonoras y se desarrolla un creciente negocio de mercancías. Paralelamente, Sony trabaja en adaptaciones de sus marcas de PlayStation para el mercado de anime, creando así una nueva forma de integración vertical.

El auge del anime se manifiesta a nivel global: Según la Asociación de Animaciones Japonesas, el mercado mundial alcanzó en 2023 un nivel récord de ¥3,4 billones (23 mil millones de dólares), más de la mitad de los ingresos ahora provienen del extranjero. Sony estima que la cantidad de fanáticos internacionales del anime (excluyendo China y Japón) supera los mil millones, y se espera que esta cifra se duplique para 2030.

La dinámica económica es notable: El derivado de videojuegos «Demon Slayer: The Hinokami Chronicles», basado en una exitosa serie de anime, se vendió más de 4 millones de veces. El ciclo - el anime aumenta las ventas de juegos, los juegos atraen nuevos usuarios a plataformas de streaming, el merchandising se beneficia de ambos - hace el modelo autosuficiente y escalable a nivel mundial.

A diferencia de los conglomerados de medios occidentales, que a menudo dependen de contenidos adquiridos y plataformas de terceros, Sony tiene una ventaja estratégica: la empresa controla toda la cadena de valor, desde la propiedad intelectual de la historia hasta la producción y distribución al consumidor.