Tras meses de disputas políticas, la adquisición de US Steel por parte de Nippon Steel ha finalizado. El conglomerado japonés se comprometió a invertir un total de 11 mil millones de dólares en la empresa tradicional estadounidense hasta 2028, cuatro veces más de lo prometido originalmente. El precio de compra fue de 14,9 mil millones de dólares.
Condición central para la aprobación por parte del expresidente estadounidense Donald Trump fue la transferencia de una llamada "acción dorada" al gobierno de EE.UU. Esta garantiza a Washington un derecho de veto en decisiones estratégicas como reubicaciones o cierres de fábricas. El paso marca un cambio de paradigma en la política industrial internacional: "Esto no es un caso aislado, sino una expresión de una nueva tendencia geopolítica", comentó el CEO de Nippon, Eiji Hashimoto, en Tokio.
En el marco del acuerdo, Nippon Steel vendió su participación en una empresa conjunta en Alabama por un dólar simbólico a ArcelorMittal, asociado a una pérdida contable de 230 mil millones de yenes (1,45 mil millones de euros), para despejar preocupaciones antimonopolio. Al mismo tiempo, la empresa enfatizó su estrategia de crecimiento en el mercado estadounidense y su compromiso con la base industrial de América.
Los compromisos de inversión en la ubicación de EE. UU. incluyen, entre otros, mantener la sede en Pittsburgh y el compromiso de que el CEO y la mayoría de la junta de US Steel sigan siendo ciudadanos estadounidenses. El valor simbólico político es alto: US Steel juega un papel importante en Pensilvania, un "estado péndulo", en la actual campaña electoral de EE. UU.
Nippon Steel está bajo presión financiera. Según el banco de inversión Jefferies, la empresa podría necesitar recaudar entre 300 y 500 mil millones de yenes (2,1 a 3,5 mil millones de dólares) a través de un aumento de capital para cumplir con sus obligaciones. El vicepresidente Takahiro Mori dejó abierta esta opción, pero subrayó que se busca evitar diluir a los accionistas existentes tanto como sea posible.