Larry Fink, CEO de BlackRock, ve a EE.UU. en un curso fiscal peligroso. Si el crecimiento económico no aumenta rápidamente al menos al tres por ciento, la creciente deuda nacional llevará al país "contra la pared", advirtió Fink el jueves en una conferencia financiera en Nueva York. El jefe del administrador de activos más grande del mundo calificó los déficits desmesurados como uno de los dos "problemas más cruciales, pero ignorados" de la política estadounidense.
El motivo de su advertencia: el presidente Donald Trump quiere implementar una reducción de impuestos a gran escala con un volumen de 2,4 billones de dólares estadounidenses. Este "Big Beautiful Bill" ya ha sido aprobado por la Cámara de Representantes y ahora está ante el Senado. Según cálculos de la Oficina de Presupuesto del Congreso, la medida llevaría el déficit de EE. UU. a niveles históricos. La deuda pública ya asciende a 36 billones de dólares estadounidenses, lo que equivale a aproximadamente el 120 por ciento del rendimiento económico.
También el fundador de Citadel, Ken Griffin, golpeó en el panel en la misma dirección: "Tenemos pleno empleo y años de crecimiento detrás de nosotros, y sin embargo déficits del 6 al 7 por ciento del PIB. Eso es fiscalmente irresponsable". Griffin criticó que los recortes de impuestos no se compensen con recortes de gasto simultáneos, sino que cimentaron el déficit estructural.
Desde hace años, la deuda de EE. UU. crece más rápido que el producto interior bruto. Grandes paquetes fiscales, como durante la pandemia de Covid, se financiaron con deuda, al mismo tiempo que el gobierno redujo permanentemente las tasas impositivas. La consecuencia: El volumen del mercado de bonos del Tesoro de EE. UU. se ha multiplicado casi por seis, de cinco a 29 billones de dólares desde 2008.
Hinzu kommt eine steigende Belastung durch Zinszahlungen. Mit dem Renditeanstieg bei 30-jährigen US-Staatsanleihen auf ein Jahreshoch wächst der Druck auf den Bundeshaushalt – insbesondere angesichts der Aussicht auf ein Überangebot neuer Treasuries.
Fink advirtió también sobre las consecuencias geopolíticas. Un cuarto de todos los bonos del Tesoro de EE. UU. está en manos de inversores extranjeros. Ante la política comercial exterior más estricta de EE. UU., estos inversores podrían retirarse, lo que debilitaría al dólar y encarecería aún más la refinanciación. "Esa no es una constelación saludable", enfatizó Fink.